La cadena de valor de fibras naturales argentinas de producción consciente.
Cecilia y Leandro se conocieron en la facultad de Ciencias Económicas y desde allí continuaron su camino juntos. Luego de 20 años de acompañar a empresas y empresarios argentinos en la gestión de sus negocios, comenzaron a impulsar un proyecto propio. Así nació Huanaco, donde diseñaron procesos de producción y de gestión, que les permiten garantizar la trazabilidad de sus fibras textiles, desde el campo hasta cada madeja.
Comenzaron vendiendo madejas de pura lana, hiladas a mano por un grupo de mujeres rurales, que rescataron esta técnica en el marco de un proyecto de economía social de la provincia de Buenos Aires. Luego, trabajaron con madejas de cabra de angora de una Cooperativa de Pequeños Productores Minifundistas de Neuquén, a las que les dieron color con tintes naturales. Al año siguiente, incorporaron madejas de lana merino patagónica, y ya con más experiencia en los procesos con tintes naturales, presentaron una colección de colores especialmente pensados para el tejido de diseño. Fueron conociendo a los productores y sus prácticas; aprendiendo sobre los animales y sus cuidados; empatizando con sus problemas y desafíos. Poder contar de dónde viene cada madeja ha sido un objetivo ambicioso, que los llevó a involucrarse en toda la cadena de valor, buscando respuestas: de dónde viene la fibra? qué trato reciben los animales? qué consecuencias ambientales tiene su forma de producción? cómo impacta en la economía de la región y de los propios productores? Y fueron descubriendo espacios con prácticas y procesos respetuosos con el medio ambiente, con los animales, y con las personas: existen productores que trabajan imitando a la naturaleza.
Sistemas agroecológicos familiares en el algodón del litoral
El concepto de Agroecología ha ido evolucionando a lo largo de los años, y hoy existe un consenso general, que se trata de algo más que simples prácticas ecológicas. La agroecología es un paradigma que promueve el diseño y gestión de sistemas de producción agropecuaria, económicamente viables, socialmente justos y ambientalmente sostenibles, caracterizados por una mayor resiliencia socio-ecológica y orientados a fortalecer el buen vivir de toda la sociedad.
Se consideran como agroecológicos, los sistemas de producción que no usan insumos de síntesis química ni organismos genéticamente modificados o generados a partir de edición génica, y que aplican de manera gradual, integral y sostenida una serie de principios que velan por el bienestar de los productores y la salud del suelo.
Sobre esta experiencia, Ceci nos cuenta:
“No dudamos en apoyar a cadenas de producción de economías regionales, que tengan impacto en la comunidad donde se desarrolla, y que se realicen con prácticas respetuosas con el medioambiente. El año pasado estructuramos el procesamiento de un lote de algodón desmotado, cultivado por familias de la comunidad aborigen de Pampa del Indio en Chaco, Argentina. Sembrado bajo los principios de la agricultura biodinámica, utilizando semillas sin modificación genética y reservando agua de lluvia para su producción. Libre de agroquímicos. En esta comunidad a la fibra de algodón se le llama oro blanco, por la importancia que tiene para su economía, y cada familia la guardan en su lugar más preciado: su casa. Una hilandería de la provincia de Buenos Aires, a la que pudimos contar esta historia, decidió procesar la fibra, contra toda conveniencia económica. Entendieron la importancia de preservar lo puro y natural, y luego de una limpieza general de las máquinas que tomó días, trabajaron este pequeño lote. Ya podemos disfrutar los primeros ovillos de este algodón agroecológico, con colores naturales, gracias a la integración de toda la cadena productiva.”
El rol de las mujeres artesanas
El hilado a mano es un antiguo arte textil en el que las fibras vegetales o animales se extienden y se retuercen para formar hilo o lana. Durante miles de años, la fibra se hilaba a mano utilizando herramientas simples, como el huso y la rueca. Las características de la lana hilada a mano varían según el material utilizado, la longitud y la alineación de la fibra, la cantidad de fibra utilizada y el grado de torsión.
Manos del Salado es una iniciativa institucional de INTA que reúne a un grupo de mujeres que recuperan esta técnica como parte de un proyecto de economía social. La Agencia de Extensión Rural Maipú del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) recibió a Huanaco con los brazos abiertos. Julia y Eugenia son parte de esta agencia, y coordinan Manos del Salado. Trabajan con las mujeres de diferentes grupos, que hilan lana bajo un protocolo de calidad de gestión que atiende toda la cadena de valor textil artesanal. Este proyecto les permite además abordar temas como la equidad de género y promover el desarrollo local. Ellas colaboran con este grupo a través de asesoramiento técnico y acompañan todo el proceso, desde las reuniones de organización hasta la generación de puntos de venta o exposiciones con el objetivo de aumentar las ventas de sus productos.
Bajos los principios del comercio justo, Manos del Salado y HUANACO establecieron un vínculo que continúa hasta hoy, para el desarrollo de diferentes propuestas de hilados artesanales. Esta alianza, luego se amplió a otro grupo de artesanas: Manos de Lamadrid, con quienes desarrollaron las primeras madejas hiladas a mano, de lana merino regenerativa. En la actualidad, el grupo asociativo de cadenas de valor textil artesanal LASUMA integra hilanderas y tejedoras de estos dos grupos entre otros. Esta experiencia además valoriza el rol de la mujer como protagonista del espacio productivo y pone en foco la importancia de su aporte para el desarrollo de su comunidad.
El camino del tejido regenerativo
En la Patagonia argentina ya existe una red de productores, técnicos y profesionales que buscan aprender y mejorar continuamente el manejo regenerativo. Estos productores realizan un manejo holístico de la actividad ganadera, logrando resultados de regeneración, tal como surge de las mediciones de suelo, pastos, biodiversidad y captura de carbono, que realizan en sus monitoreos. Además, utilizan el estándar de lana responsable (RWS) para las prácticas de bienestar animal.
A la cabeza de este nuevo modelo productivo, se encuentra Ovis 21, quienes han creado la primera certificación de pastizales para pastoreo regenerativo en la región (GRASS), y es la base para continuar hacia el siguiente paso que es la Verificación de Resultados Ecológicos (EOV): una metodología internacional, escalable y asequible que los agricultores y ganaderos pueden usar para medir los resultados regenerativos en sus tierras.
“Custodiar la trazabilidad de la lana del campo a la madeja, implica el seguimiento del proceso de evolución de esta fibra en cada una de sus etapas. Es gracias a la custodia de toda la cadena de producción cada una de las madejas de Merino Patagónico de Huanaco, proviene de campos que tienen resultados regenerativos certificados, genera un impacto positivo en el ambiente donde se produce, vela por el bienestar del animal.” nos comparte Ceci.
Es posible que la ganadería regenerativa suene muy familiar al manejo histórico que hacían los abuelos. La diferencia fundamental entre la ganadería regenerativa y cualquier manejo tradicional a pasto es que el productor trabaja imitando a la naturaleza. Eso requiere un manejo estratégico, que reproduce lo más fielmente posible la relación sutil que existe entre el animal y el pastizal. Este tipo de producción busca comprender y optimizar el vínculo entre el animal, el suelo y los pastos, y lograr ingresar en un círculo virtuoso de regeneración, productividad y rentabilidad.
Regeneración es una unidad de medida que expresa cómo un paisaje está mejorando. La ganadería regenerativa convierte a los pastizales en “Bombas de Carbono“, que secuestran toneladas de CO2 atmosférico, trabajando a favor de la naturaleza y usando mínimas o nulas cantidades de insumos, con buen resultado económico. La mayor producción implica más gente viviendo en el campo en mejores condiciones, alimentación sana, mayor actividad de los pueblos rurales y mayor aporte de materia prima a las industrias.
El Estándar de Lana Responsable (RWS siglas en inglés por Responsible Wool Standard) asegura que la lana provenga de granjas que tengan un enfoque progresivo en la gestión de sus tierras, practiquen un respeto holístico por el bienestar animal de las ovejas y respeten las Cinco Libertades del bienestar animal.
Certificado desde el campo hasta la madeja
Para la etapa final de la puesta en marcha del proceso productivo, Huanaco construyó un nuevo espacio y cuentan con maquinaria de última generación para la producción de hilados industriales y madejas para tejido manual. Tienen en stock fibra de lana merino patagónica, el 100% con certificación GRASS, que es la primera certificación de pastizales para pastoreo regenerativo en la región. Esta certificación es la base para continuar hacia el siguiente paso que es la Verificación de Resultados Ecológicos (EOV por sus siglas en ingles): una metodología internacional, escalable y asequible que los agricultores y ganaderos pueden usar para medir los resultados regenerativos en sus tierras. Desde el mes de junio son miembros de Land to Market, una organización internacional que está trabajando con marcas de todo el mundo para sanar el planeta mediante la regeneración de sus pastizales con origen regenerativo certificado.
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